El Premio del Público de Ciudades Transformadoras y el Atlas de Utopías
Introducción a una plataforma de procesos para facilitar la transición a un mundo poscapitalista
Sol Trumbo Vila
21 de mayo de 2021
Las ciudades están adquiriendo una mayor relevancia económica y política en el contexto histórico actual, que se define por las tensiones surgidas a raíz del agotamiento de la última fase del capitalismo: la globalización neoliberal. Al centrarnos en las ciudades, encontramos prácticas económicas y políticas que contribuyen a la transformación global hacia un futuro poscapitalista. El premio del Público Ciudades Transformadoras y el Atlas de Utopías se plantean como un proceso y una herramienta para dar mayor visibilidad y recursos a prácticas locales que preconfiguran el poscapitalismo, facilitando así su propagación y prosperidad. El presente artículo introduce la importancia de esta plataforma de procesos. Es el primero de una serie de artículos de diversa autoría, en los que se analizan las lecciones extraídas después de cuatro años de trabajo y tres ediciones de esta iniciativa.
Ciudades y hegemonía
“Las ciudades son sistemas complejos e incompletos, es por eso que han permanecido durante siglos, durante milenios”. Saskia Sassen iniciaba con estas palabras el evento público celebrado en Ámsterdam que culminó la primera edición del Premio del Público Ciudades Transformadoras.1
En el último decenio, las ciudades no han dejado de generar interés. Las Naciones Unidas anunciaron en 20142 que, por primera vez, más de la mitad de la humanidad vive ahora en zonas urbanas y que para 2050, la población urbana representará el 68% del total.3 Las ciudades ocupan el 3% de la superficie del planeta pero generan el 80% del PIB5, para lo cual consumen entre el 60% y el 80% de los recursos y emiten el 70% de CO2.5 Estas tendencias afectan el entorno rural y fomentan la creciente migración hacia las ciudades, propiciando también la proliferación de megaciudades y los desafíos sin precedentes que eso conlleva.6
La importancia de las ciudades no es un fenómeno nuevo. Las tendencias que dieron lugar a la modernidad, las democracias modernas y el sistema capitalista comenzaron en las ciudades medievales, que dejaron atrás el feudalismo y las monarquías absolutistas por derecho divino. Es en las ciudades donde se hacen más visibles los elementos que definen una época.
A principios de la década de 1990, Saskia Sassen señaló que el mundo se entiende mejor si en lugar de observarlo como un espacio de competición entre Estados, nos fijamos en las ciudades como nodos de transmisión del sistema financiero internacional, cadenas de valor diseñadas por empresas transnacionales y espacios de creación de modas, tendencias e influencias culturales.
Desde el fin de la guerra fría, el proceso económico y político transformador más determinante ha sido la globalización neoliberal, la etapa más reciente del sistema capitalista. Como modelo económico y político, el neoliberalismo alienta a trasladar el control de la actividad económica del ámbito público al privado, aumentando así la privatización y limitando la propiedad pública y la regulación gubernamental, incluidas las leyes de protección laboral y medioambiental. En el imaginario neoliberal las ciudades exitosas son densas, con millones de habitantes, una gran concentración de capital, albergan un gran número de empresas transnacionales, hacen un uso extensivo de las tecnologías de comunicación, aeropuertos y otros nodos de comunicación, poseen gran atractivo turístico y obras arquitectónicas monumentales. La ciudad es, entonces, recreada como una marca comercial que debe competir con otras para atraer inversión pública y privada, atención mediática, trabajadores y trabajadoras con disposición a la movilidad geográfica y, de ser necesario, a vivir en condiciones precarias con tal de obtener acceso a los servicios únicos provistos en las ciudades.
Este imaginario ha transformado a las ciudades y ha tenido un gran impacto en sus habitantes, aunque no sin su resistencia. Las ciudades han sido nodos de creación y transmisión de los movimientos sociales más significativos de las últimas décadas. Fue justamente en Seattle, en 1999, donde se obtuvo la primera gran victoria contra el proceso de globalización neoliberal, liderado en ese momento por la Organización Mundial del Comercio (OMC). Acciones masivas de desobediencia civil impidieron un acuerdo en la conferencia de la OMC, que pretendía establecer un nuevo orden mundial de relaciones comerciales y desarrollo económico basado en principios neoliberales. Desde el Foro Social Mundial en Porto Alegre, Brasil, se hizo el llamamiento de que otro mundo era posible, fomentando la organización de otros foros sociales mundiales y regionales en otras ciudades alrededor del mundo. Tras la crisis financiera de 2008, la Primavera Árabe y los grandes movimientos de 2011 se caracterizaron por la ocupación de los espacios públicos de las ciudades: Tahir en el Cairo, Puerta del Sol en Madrid, Síntagma en Atenas y Zucotti Park en Nueva York. Las siguientes olas de protesta al neoliberalismo siguieron esa tendencia, como el bloqueo por desobediencia civil del Banco Central Europeo (BCE) en Frankfurt. Las ciudades son los principales nodos de organización de los movimientos internacionales que luchan por un mundo sin crisis climática o por la igualdad de géneros.
Al mismo tiempo, no debemos olvidar las movilizaciones determinantes e influyentes que desde el entorno rural han resistido la globalización neoliberal, como los Zapatistas en México, otros pueblos originarios en América del Norte y del Sur, o los campesinos en la India. Sin embargo, es también en las ciudades donde sus propuestas se popularizan a nivel mundial.
Los Gobiernos locales de las ciudades también se han vuelto más relevantes en los últimos decenios. La descentralización neoliberal fomentada desde la década de 1980 a través de la Nueva Gestión Pública, que promovieron Gobiernos estatales e instituciones internacionales, como el FMI y el Banco Mundial, traspasó a los Gobiernos locales la responsabilidad de gestionar gran parte de los servicios públicos, como el agua y la recolección de basura. Sin embargo, la transferencia de competencias no estuvo acompañada por la transferencia de recursos presupuestarios, por lo que hubo una proliferación de asociaciones público-privadas y privatizaciones. Tras décadas de este proceso, ese mismo poder local está comenzando a revertir las políticas neoliberales, como demuestra la ola de 1400 (re)municipalizaciones de servicios públicos en 2400 ciudades del mundo desde el año 2000.7
Al mismo tiempo, los Gobiernos locales están más conectados que nunca, con múltiples espacios y redes que intentan determinar el papel que desempeñarán las ciudades en este siglo, en particular qué elementos de la vida urbana serán gestionados desde el ámbito privado o público.8
Hallamos, pues, que las ciudades son uno de los espacios en disputa económica y política desde donde se construyen los imaginarios de hegemonía cultural más importantes de la actualidad y donde se marca el rumbo del siglo XXI.
Un mundo muere y otro lucha por nacer
La actual crisis climática y sanitaria ha puesto de manifiesto que el modelo económico y político capitalista y su última expresión, el neoliberalismo, está caduco. Si definimos el sistema capitalista como un modelo que prioriza la acumulación incesante de capital para mantener una tasa de crecimiento constante, llegamos a la conclusión de que ese modelo no tiene sentido en un mundo finito. Cada año se consume el equivalente a los recursos de 1,7 planetas, lo que quiere decir que todo nuestro consumo a partir del verano supera la capacidad regenerativa de nuestro planeta.9 Los actores que han liderado y que más se han beneficiado del proceso de globalización neoliberal han sido las empresas transnacionales, mediante la concentración del capital y la riqueza a niveles sin precedentes, y la creación de cadenas de producción y consumo transnacionales que ha dado lugar a una utilización histórica de los recursos naturales. Este modelo de producción y consumo es responsable de la destrucción de la biodiversidad planetaria, que ha facilitado la emergencia y expansión de pandemias mundiales como la COVID-19.10
La consolidación del sistema capitalista en todo el mundo ha traído aparejada la expansión de un sistema político internacional en el cual los Estados constituyen el agente político básico desde el que se generan las condiciones para la perpetua acumulación de capital.11 El sistema actual de gobernanza mundial de referencia es el sistema de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), integrado formalmente por Estados. Este sistema sufre actualmente una crisis de legitimidad. El mejor ejemplo de ello es la errática posición de su mayor promotor, los Estados Unidos de América, en los dos últimos decenios, que ha socavado la autoridad de todo el sistema, del Consejo de Seguridad al Consejo de Derechos Humanos. Aun si el sistema de la ONU superara su crisis actual, la realidad económica de hoy es que los Estados mantienen su relevancia política formal, pero esta contrasta cada vez más con su decreciente relevancia económica.
De las 100 mayores entidades económicas mundiales por nivel de ingresos anuales, 71 son empresas transnacionales y el resto son Estados.12 Además, su poder económico en relación con las ciudades también está en declive. Si comparamos las mayores 200 economías en función del PIB, 129 son ciudades y el resto son Estados. Por ejemplo, las ciudades de Tokio o Nueva York producen más que todo Canadá o la Federación de Rusia.13
Por consiguiente, estamos ante un contexto político formal en que los Estados son los actores legítimos desde el punto de vista político, aunque en la práctica son cada vez menos relevantes desde el punto de vista económico frente a las empresas transnacionales y las ciudades. Estas contradicciones nos permiten entender el éxito reciente de proyectos políticos abiertamente contrarios a elementos fundamentales de la globalización neoliberal.
La sociedad global en transformación, ¿hacia dónde?
Tras décadas de globalización neoliberal, las consecuencias de sus contradicciones internas están alcanzando un punto de inflexión, ¿en qué se convertirá y quién liderará este cambio histórico?
Podemos distinguir tres grandes tendencias:
– regresar a imaginarios antiglobalistas nacionalistas, autoritarios y excluyentes;
– institucionalizar la influencia económica real de las empresas transnacionales en el sistema de gobernanza mundial, el llamado multistakeholderism o gobernanza de múltiples partes interesadas;
– superar la lógica del crecimiento constante a partir de la acumulación de capital y, por lo tanto, construir un mundo poscapitalista. Este nuevo mundo no se construirá únicamente en las ciudades, pero será a través de ellas que finalmente podrá convertirse en el modelo hegemónico.
A continuación se explican las tres tendencias en mayor detalle:
Regresar a lo nacional y excluyente es la agenda promovida por Trump, Bolsonaro, Duterte, Modi, Le Pen, los promotores del Brexit y otros procesos nacionalistas recientes. Sobre la base de mitologías étnicas e históricas, imaginan la creación de castillos de alcance nacional defendidos por murallas del siglo XXI, con drones, reconocimiento facial y otras tecnologías militares y de vigilancia. Sin embargo, esta visión es incapaz de ofrecer propuestas viables para hacer frente a los grandes desafíos de nuestro tiempo, los cuales sólo podrán enfrentarse de manera colectiva y global: cambio climático, pandemias, proliferación de armas nucleares o reglamentación de tecnologías altamente disruptivas, como la inteligencia artificial.
Los defensores de la gobernanza de múltiples partes interesadas argumentan que las empresas transnacionales, como entes económicos con experiencia y capacidad para afrontar retos de toda índole, deben tener voz y voto en el sistema de gobernanza mundial. Un ejemplo de ello es el Foro Económico Mundial de Davos, con sus diversas propuestas para reconfigurar la gobernanza mundial, como la Iniciativa de Rediseño Global14 o el Gran Reinicio tras la pandemia de la COVID-19.15 Ese modelo tiene limitaciones relacionadas con los conflictos de interés existentes. Cinco de las diez mayores empresas transnacionales medidas por nivel de ingreso se dedican a la explotación de combustibles fósiles. Cien multinacionales son responsables del 70% de las emisiones de CO2.16 Tras varios decenios de cumbres sobre el clima, no ha sido posible acordar normas obligatorias para los principales responsables del cambio climático. Este hecho está directamente relacionado con la creciente participación de representantes de corporaciones en dichas cumbres y en los órganos de decisión de las Naciones Unidas.17 En otras palabras, la gobernanza de múltiples partes interesadas promueve un neoliberalismo de nuevo cuño que consolida a las empresas transnacionales como actores políticos con al menos la misma legitimidad formal y efectiva para legislar que los Estados. Esto aumenta el riesgo real de consolidación de un nuevo sistema de gobernanza mundial compuesto por espacios de toma de decisiones en que las empresas transnacionales utilizan su poder económico para decidir quién puede participar y quién no, sin que haya una rendición de cuentas democrática.18
Las empresas transnacionales también han sido unas de las primeras en reconocer la importancia económica y el potencial político transformador de las ciudades, e incluso han acuñado y promovido el uso del término “ciudades inteligentes” para definir así a las ciudades a las que debemos aspirar. El problema de las ciudades inteligentes es que sus promotores presentan el acceso limitado a derechos y servicios en los entorno urbanos (como acceso a agua limpia, vivienda o infraestructura de movilidad) como problemas derivados de la escasez de inversión privada, en particular, de la presunta insuficiente instalación de tecnologías de la información y de recolección de datos, que requieren un renovado proceso de concentración de capital. En consecuencia, las instituciones locales quedan relegadas a facilitar la acumulación de capital y los beneficios de las empresas que proveen dichos servicios, mientras que los habitantes son considerados consumidores y mano de obra. Sin embargo, el modelo de ciudades inteligentes ha atraído a muchos Gobiernos de ciudades y a muchos que consideran que el enfoque de múltiples partes interesadas puede brindarles mayor acceso a estructuras de gobernanza mundial que el actual sistema multilateral de las Naciones Unidas.19
Aprovechar las contradicciones del capitalismo para superar la lógica de acumulación incesante y creciente del capital no es una idea nueva. Cada crisis capitalista ha sido definida por el movimiento anticapitalista como la última antes de la construcción de un mundo poscapitalista.20 En la actualidad, la crisis climática y sanitaria provocada por el sistema capitalista vuelve a presentar una oportunidad histórica. Estas crisis también ocurren en un contexto de conectividad global sin precedentes entre quienes intentan superar el capitalismo como sistema económico y político: desde los movimientos alterglobalización hasta la Primavera Árabe, pasando por los movimientos de ocupación de las plazas en 2011 y la nueva generación de jóvenes activistas contra la crisis climática. Sin embargo, el espacio virtual está en disputa. Tras la euforia inicial en que nuevos movimientos horizontales y en red dominaron el uso político de la tecnología –la tecnopolítica (Wikileaks, Anonymus y los movimientos de las plazas de 2011) –, en los últimos años el péndulo se ha inclinado hacia el otro lado, y existen movimientos (de movimientos de base a gobiernos con agendas nacionalistas y excluyentes) que utilizan las nuevas tecnologías de manera muy exitosa, como hemos visto en el caso de Cambridge Analytica.
Las nuevas tecnologías de la información son herramientas necesarias pero no suficientes. La crisis capitalista tampoco es suficiente. Las alternativas al capitalismo no pueden ser solo contestatarias y dialécticas, sino que han de ser materiales, deben beberse y comerse, deben ser capaces de hacer florecer y cuidar la vida, y de disputar al capitalismo la capacidad de satisfacer las necesidades básicas. Pero, ¿cómo definimos el poscapitalismo? Y, lo que es más importante, ante la saturación informativa, ¿qué prácticas deberíamos apoyar que prosperen y se multipliquen?
Explorar el poscapitalismo y ayudarlo a prosperar
El eslogan de Margaret Thatcher citado frecuentemente de que “no hay alternativa al neoliberalismo” se ha convertido en uno de sus grandes mensajes. Desde los espacios progresistas y anticapitalistas siempre se ha argumentado lo contrario: hay alternativas. De hecho, podemos afirmar que existen tantas alternativas que no sabemos dónde comenzar. Nos resulta difícil distinguir lo anecdótico de lo que tiene un carácter sistémico de transformación. Es como mirar al cielo en una noche oscura. Veremos cientos y hasta miles de estrellas, algunas parpadean más que otras o son más o menos grandes. Podemos identificar algunas constelaciones que se han articulado como imaginarios que podemos definir como poscapitalistas: economía social y solidaria, decrecimiento, bienes comunes, cooperativismo, remunicipalización, nuevo pacto verde, transición justa, nuevo municipalismo, ecofeminismo, el buen vivir, derecho a la ciudad y muchas más. Son narrativas, espacios, redes y plataformas con marcos teóricos y procesos de acción sólidos que dan pistas de futuros poscapitalistas.
En general estos procesos vienen acompañados de ejercicios que catalogan iniciativas dentro de un marco metodológico específico (ya sea la defensa de los bienes comunes, el buen vivir, el decrecimiento, entre otros) e intentan facilitar la comunicación y el intercambio. Sin embargo, una vez superado el desafío metodológico y técnico, nos solemos encontrar con un mosaico de mapas diversos compuestos a su vez por una gran cantidad de ejemplos locales.21 Muchos de esos ejemplos locales pueden desempeñar varias funciones a la vez. Por ejemplo, una cooperativa anclada en la comunidad local que se dedica a la producción orgánica de alimentos mediante el uso de energías renovables puede clasificarse como economía social y solidaria, como decrecimiento o como ejemplo de gestión de los bienes comunes. La definición no es el problema fundamental, la preguntas clave es cómo hacer prosperar esa iniciativa para que el impacto sea mayor y facilitar su transferencia a otros contextos.
Uno de las cuestiones más difíciles a la hora de promover prácticas económicas y políticas que nos permitan superar la lógica capitalista consiste en cómo trasladarlas a otros contextos que por definición son muy diversos. Por ejemplo: la reciente ola de iniciativas basadas en la municipalización que se enfrentan abiertamente al poder de las empresas transnacionales para defender los servicios públicos22 en Europa es difícil de trasladar a contextos donde nunca ha habido servicios públicos universales o donde los activistas son criminalizados sin piedad. Las prácticas campesinas y de pueblos originarios en la defensa de sus bienes comunes son muy complejas de trasladar a espacios urbanos.
¿Podemos crear una herramienta que nos ayude a navegar el universo teórico y práctico de las alternativas al capitalismo, identificando cuáles merecen más atención y recursos para ampliar su escala y, lo que es más importante, para aplicarlas en otros lugares?23 ¿Por dónde empezamos?
El premio Ciudades Transformadoras y el Atlas de Utopías
A la hora de observar el universo de alternativas al capitalismo, algunos miembros del Transnational Institute consideramos que es pertinente en primer lugar identificar acciones colectivas que no priorizan el beneficio privado y la acumulación de capital por encima de todo, y después utilizar dos lentes para fijarnos en aquellas que:
– tienen lugar en un espacios político particular: las ciudades;
– centran sus actividades económicas y políticas en asegurar el acceso a una serie de derechos humanos básicos como el agua, los sistemas alimentarios, la energía y la vivienda.
La selección de estos marcos tiene razones teóricas, pero también de comunicación política. Estas razones se explicitan en las diversas contribuciones que siguen a continuación.
Laura Roth expone la relevancia de la acción política local como espacio transformador clave en el contexto actual, mientras que el marco teórico para estudiar la acción colectiva como un proceso de obtención de derechos se explica en la sección de metodología de Erick Palorames. Esa sección también explora los motivos por los cuales organizamos un premio para satisfacer nuestros intereses de investigación, y la metodología que proponemos.
Existen gran cantidad de iniciativas que tratan de catalogar alternativas al capitalismo y facilitar el intercambio y la fertilización mutua. Desde el Transnational Institute, junto con diversas redes internacionales, nos hemos propuesto crear un proceso con un carácter marcadamente diferente: organizar un premio internacional que visibilice prácticas transformadoras hacia el poscapitalismo, donde la colaboración y la cooperación sean la base de la participación. Un espacio que sea colectivo y democrático, con unas normas claras y transparentes, que puedan ser compartidas y mejoradas, y que de pie al intercambio. Una plataforma de procesos que asume la lucha por la hegemonía cultural como central y otorga al público la última decisión sobre los ganadores y ganadoras. Un proceso sólido ante el cual tenga sentido detenerse por un momento y aprender más de las prácticas, victorias y lecciones aprendidas.
El resultado es un premio que presta atención a las diferentes iniciativas que participan, por lo que no solo los ganadores reciben la atención y el foco. Ello da lugar a un Atlas de Utopías posibles y da pistas de lo que podemos conseguir, como explica Bernardo Gutiérrez en su sección. Un premio que intenta dialogar con las enseñanzas de la irresistible capacidad organizativa y transformadora del feminismo y, en particular, del ecofeminismo, como explora Yayo Herrero.
Les damos la bienvenida al Premio del Público de Ciudades Transformadoras24, una oportunidad para que las administraciones locales progresistas, las coaliciones municipalistas, los movimientos sociales y las organizaciones de la sociedad civil popularicen y compartan sus experiencias a la hora de conformar un mundo poscapitalista integrado por muchos mundos utópicos que ya se materializan por todo el planeta. Otro mundo no es solo posible, sino que ya está aquí.
Notas
1 https://youtu.be/KSSRrEKHihk
2 https://news.un.org/en/story/2014/07/472752-more-half-worlds-population-now-living-urban-areas-un-survey-finds
3 Si bien es común utilizar indistintamente las palabras ciudades y entorno urbano, este uso no es correcto. La definición de ciudad varía de un país a otro. Las Naciones Unidas reconocen las dificultades de definirla y que cada país y región debe utilizar la definición que le sea más útil para realizar sus censos. https://unstats.un.org/unsd/demographic/sconcerns/densurb/densurbmethods.htm#B
A los efectos de la iniciativa Ciudades Transformadoras, definimos una ciudad no por sus características físicas, como la concentración de población, nivel de industrialización, conectividad física y digital u otros, sino por su reconocimiento como espacio político transformador particular en contraposición a, por ejemplo, el Estado o la nación.
4 Existen amplias críticas a la utilización del PIB como parámetro de prosperidad, las cuales compartimos.
5 https://www.undp.org/content/undp/en/home/sustainable-development-goals/goal-11-sustainable-cities-and-communities.html
6 Megaciudades son aquellas con más de diez millones de habitantes. Las Naciones Unidas prevén que, de aquí a 2030, las megaciudades pasarán de 33 a 43. https://www.un.org/en/events/citiesday/assets/pdf/the_worlds_cities_in_2018_data_booklet.pdf
7 https://www.tni.org/en/futureispublic
8 https://www.cidob.org/en/publications/publication_series/monographs/monographs/rethinking_the_ecosystem_of_international_city_networks_challenges_and_opportunities
9 https://www.footprintnetwork.org/our-work/earth-overshoot-day/
10 https://en.unesco.org/events/covid-19-and-its-link-biodiversity-illegal-wildlife-trafficking-and-bioculturality
11 Para un análisis más profundo sobre la expansión del capitalismo como Sistema mundial integrado por Estados, léase la obra Immanuel Wallerstein y su análisis del sistema-mundo.
12 https://www.globaljustice.org.uk/news/2018/oct/17/69-richest-100-entities-planet-are-corporations-not-governments-figures-show
13 Datos propios a partir de información del Banco Mundial y Wikipedia.
14 https://www.tni.org/en/node/22930
15 https://www.weforum.org/great-reset/
16 https://www.theguardian.com/sustainable-business/2017/jul/10/100-fossil-fuel-companies-investors-responsible-71-global-emissions-cdp-study-climate-change
17 https://corporateeurope.org/en/pressreleases/2018/04/fossil-fuel-companies-under-fire-undermining-un-climate-talks
18 https://www.tni.org/en/article/the-corporate-capture-of-global-governance-and-what-we-are-doing-about-it
19 https://corporateeurope.org/en/pressreleases/2018/04/fossil-fuel-companies-under-fire-undermining-un-climate-talks
20 Para una buena perspectiva histórica de estos procesos, consúltese el libro “Poscapitalismo” de Paul Mason.
21 Una iniciativa “local” no es necesariamente una iniciativa de pequeña escala. La política pública de la Ciudad de México afectará las vidas de sus 22 millones de habitantes. Un número que supera la población de la mayoría de los Estados miembros de la UE.
22 https://www.tni.org/en/cities-versus-multinationals
23 Se tiende a considerar que la única forma en que las iniciativas locales pueden prosperar es ampliando su escala, en general al nivel estatal. Sin embargo, el poder transformador en el siglo XXI a menudo está marcado por la acción de redes que ejercen poder lateral. Para un análisis más profundo sobre el tema, consúltese el libro de Jeremy Rifkin “La Tercera Revolución Industrial: Cómo el poder lateral está transformando la energía, la economía y el mundo”.