Devenir negro: Poder coercitivo, Estado y racismo en tiempos de crisis

Entrevista a Olúfémi Táíwò y Achille Mbembe

ESTADO DEL PODER 2021

mayo 2021

El Movement for Black Lives no solo ha expuesto la brutalidad policial en Estados Unidos, sino que ha estimulado conversaciones sobre racismo sistémico y el poder coercitivo del Estado en todo el mundo. Para la décima edición del Estado del Poder del TNI nos complació reunir a dos brillantes pensadores del capitalismo racial de la actualidad. Achille Mbembe es un filósofo pionero que, a través de múltiples publicaciones desde mediados de la década de 1980, ha denunciado el modo en que el colonialismo ha configurado la democracia, la identidad y la modernidad. Olufemi Táíwò es un pensador emergente y autor prolífico, cuya obra teórica se basa a grandes rasgos en la tradición radical negra y el pensamiento anticolonial. Ha escrito ampliamente acerca de la justicia climática. En esta conversación fascinante sobre diversos temas, Mbembe y Taiwo nos ayudan a entender el poder coercitivo del Estado en la actualidad, rastrean los orígenes Táíwò colonialismo y examinan el modo en que ha configurado nuestras instituciones de seguridad contemporáneas.

Achille Mbembe

Achille Mbembe. Credit: ©DW/Stefan Möhl

¿Por qué vivimos en una era de creciente control autoritario de los Estados? Hace algunos decenios, parecíamos alejarnos del mundo del autoritarismo tras la caída del Muro de Berlín. Había una sensación de apertura en el mundo. Y, sin embargo, hoy pareciera que vamos en otra dirección. ¿Cómo explican lo que está sucediendo?

Achille: Es una cuestión muy compleja. Un modo de abordarla es que siempre ha existido antagonismo entre capitalismo y democracia. Tras la Segunda Guerra Mundial, ambos sistemas llegaron como a un acuerdo. Había una especie de paz tácita. A medida que se puso fin a los regímenes coloniales, nuevos Estados se integraron al orden mundial, aunque este seguía siendo profundamente jerárquico. Sin embargo, desde finales del siglo XX, con la globalización y las transformaciones constantes del neoliberalismo, la democracia y, en cierta medida, el propio Estado se vaciaron de contenido.

A través de una serie de mecanismos, como la deuda, los Estados se endeudaron con empresas y con el poder corporativo. Lo que queda del Estado es un aparato coercitivo al servicio de un sistema económico, cuya función principal es mercantilizar toda forma de vida.

El aumento de la tecnología ha dado lugar a la aceleración de prácticas depredadoras. La explicación de un giro autoritario, incluso de las supuestas democracias liberales, radica en la intersección de estas crisis múltiples: la concepción depredadora de la vida, la tecnologización y el saqueo del planeta.

Olufemi: Mi explicación es bastante similar. Supongo que lo único que agregaría es el contexto más amplio de alrededor de cinco siglos de colonialismo, donde las colonias estaban bajo un régimen autoritario muy explícito, orientado por sistemas de apartheid racial.

La esperanza de que nos encaminábamos hacia un período de libertad y democracia liberal fue un reflejo de una época excepcional, basada en líneas de batalla geopolíticas entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Se lo mostró de un modo absurdo, como el enfrentamiento entre la democracia liberal defensora de la libertad y los regímenes comunistas contrarios a ella, sin tener en cuenta que muchos Estados se encontraban bajo el control colonial, autocrático, imperialista y de jerarquía racial de las llamadas democracias liberales.

Además, al finalizar la Guerra Fría geopolítica, no resulta sorprendente que después de 1989 no sobrevino un período de libertad y democracia liberal, sino de represión estatal y privada sin trabas. 

En ese contexto, ¿cómo podemos entender mejor el poder coercitivo y la violencia del Estado que están en juego hoy en día?

Achille:  Me parece que hay diferentes formas de violencia estatal infligida en categorías específicas de personas –población negra, minorías, mujeres, las personas más vulnerables– por la policía, las cárceles, los militares, los guardias de fronteras en todas partes. Llamémosle violencia maquinal. Es una violencia directa, inmediata, visible y a menudo homicida, como vimos en el caso de George Floyd y Breonna Taylor. La lista es interminable: muchísimas personas son asesinadas, desplazadas o expulsadas.

Pero también hay otra violencia “lenta” que es más distante, gradual y menos perceptible. Aquí me baso en la obra de Rob Nixon, que describe una destrucción tardía y dispersa a través del tiempo. Así es como percibo el racismo.

De modo que tenemos estas dos formas de violencia: la visible e inmediata y la lenta y tardía, que juntas forman un aparato de agotamiento que ataca no solo el cuerpo, sino también los nervios. Este aparato es cada vez más tecnológico, cada vez más algorítmico. El racismo algorítmico será la forma de racismo que experimentaremos en el futuro, que irradiará y se volverá viral como un poder cambiante.

El racismo contemporáneo se basa en la interconexión entre lo radioactivo y lo viral. El desafío es cómo combatirlo.

©minivan The violence of policemen against a demonstrator in the Maldives. A planned peaceful protest in November 2006 to express frustration with the slow pace of constitutional reforms required for fair multiparty election faced a brutal crackdown on freedom of assembly, travel and speech and the detention of over a hundred MDP activists, office holders and supporters in the run up to the demonstration.

Entonces, ¿podrían definir los agentes de esta brutalidad y qué funciones cumplen?

Olufemi: Debemos entender para qué fueron diseñadas las instituciones como la policía. Creo que la respuesta a la pregunta es muy clara: surgieron de instituciones como las patrullas de esclavos y los grupos paramilitares con el fin de disciplinar la fuerza de trabajo y vigilar y disciplinar a inmigrantes y esclavos.

Es decir que su finalidad es en gran medida distribuir la inseguridad. No existen para hacer que la sociedad en conjunto sea más segura, sino que existen para que determinadas personas, determinados elementos y determinados grupos dentro de la sociedad estén seguros, lo cual es muy diferente.

Y en cuanto a otras instituciones como el ejército, creo que son instituciones diferentes que desempeñan la misma función. Hay algunas diferencias respecto a cómo se organizan geográficamente, pero estas instituciones sirven fundamentalmente el mismo fin y no resulta sorprendente que también compartan tácticas, recursos e información.

Debemos entender para qué fueron diseñadas las instituciones como la policía. Surgieron de instituciones como las patrullas de esclavos y los grupos paramilitares con el fin de disciplinar la fuerza de trabajo y vigilar y disciplinar a inmigrantes y esclavos. Es decir que su finalidad es en gran medida distribuir la inseguridad.

Hay muchos ejemplos notables de cómo estas instituciones distribuyen la inseguridad, pero como nigeriano-estadounidense y ante el aumento de las manifestaciones #EndSARS [contra la brutalidad policial], poner la mirada en Nigeria tiene sentido. Afrobarometer realizó una encuesta recientemente según la cual más de tres cuartas partes de las personas nigerianas consultadas admitieron haber pagado sobornos a la policía. Muchas de ellas habían pagado los sobornos para obtener asistencia policial, de modo que está claro que se trata de una institución que ejerce extorsión, en lugar de brindar seguridad. Está muy lejos de ser una institución para “servir y proteger”, como decimos aquí en Estados Unidos.

Por lo tanto, pensamos que este aspecto del poder coercitivo del Estado consiste en distribuir seguridad mediante la distribución de inseguridad, ya no es algo contradictorio ver el aumento del control policial militarizado, el encarcelamiento y el colonialismo, al mismo tiempo que disminuye el Estado de bienestar, porque ambos se mueven en la misma dirección para hacer que algunas personas estén más seguras mientras que se perpetúa la inseguridad de otras.

Achille: Observamos un aumento del racismo armado en muchas sociedades del mundo entero. Por supuesto que el racismo armado no es un fenómeno nuevo. La función de la policía, del ejército, de todos los brazos coercitivos del Estado debe entenderse dentro de la arquitectura racista de la que surgió.

Pero ahora estamos observando que la separación entre la policía y el ejército se está volviendo más turbia. La policía nunca ha estado tan militarizada y actuado como un ejército contra su propia población. En el sistema político tradicional, el ejército se enfrenta a enemigos extranjeros y la policía se encarga del orden interno. Sin embargo, estas divisiones están desapareciendo, al igual que las divisiones entre la policía y la milicia.

Creo que estamos siendo testigos de un aumento del racismo armado en muchas sociedades del mundo entero. Por supuesto que el racismo armado no es un fenómeno nuevo…pero ahora estamos observando que la separación entre la policía y el ejército se está volviendo más turbia. La policía nunca ha estado tan militarizada y actuado como un ejército contra su propia población.

Estamos ante una reorganización universal del poder y de la violencia discriminatoria en todo el mundo. Esto hace que muchas personas mueran en forma prematura y otras no. También se le puede llamar seguridad o inseguridad, como mencionó Olufemi. Nos recuerda una vez más que surgió del colonialismo, que fue el laboratorio en el que se desarrolló y experimentó con este orden moderno.

En cuanto a hacia dónde se dirige, creo que los agentes de la brutalidad se han vuelto más descentralizados que nunca y más abstractos. Aún operan a través de aparatos tradicionales del Estado, como la policía, el sistema judicial, el sistema carcelario. Sin embargo, a todo ello subyace el creciente papel de la programación a medida que la coerción se vuelve más tecnológica.

En el modo en que redistribuye la brutalidad, la programación es abstracta porque codifica a las personas. No es solo convertir a las personas en números, sino convertirlas en un código, en datos que pueden almacenarse, distribuirse y con los que el capital financiero, entre otros, puede especular. De modo que hay una desmaterialización del propio Estado, a medida que cede algunas de sus funciones a estas tecnologías, que parecen neutrales, pero no lo son. Es decir que, a pesar de que aún hay policías que detienen a un hombre negro en Minnesota y lo matan apoyándole la rodilla en el cuello, la destrucción de quienes son considerados superfluos también se está externalizando a máquinas nuevas.

¿Cómo ocurre esto en el Sur global, en términos de la historia colonial y de los líderes y las estructuras poscoloniales que siguen reprimiendo a su población?

Olufemi: En la historia más extensa del colonialismo, siempre ha sido difícil para los imperios proyectar poder fuera de su terreno geográfico y social, de modo que siempre han intentado reclutar personas en posiciones de mediano rango y dividir al pueblo al empoderar a una sección de la población. El comercio transatlántico de esclavos no hubiera ocurrido sin el conocimiento de Europa de las redes comerciales y relaciones sociales.

Hoy en día, aspectos importantes de las estructuras sociales mundiales relacionados con la producción económica y la distribución de la riqueza se deciden a nivel multinacional, a través de instituciones de Bretton Woods y en formas como el índice de facilidad para hacer negocios (Doing Business Index). Su objetivo es liberalizar las economías de estos países para facilitar la gobernanza transnacional del capital en la forma de la corporación. De modo que Microsoft, Motorola, Alphabet, los fabricantes de acero y las grandes empresas del agronegocio, que están lejos de una perspectiva materialista, gobiernan el mundo. Hasta que no aceptemos este hecho, no creo que logremos entender el papel del Estado.

AchilleCreo que Olufemi lo explicó muy bien. Aunque ha habido olas de descolonizacíon, es importante recordar que incluso a finales del siglo XX, lugares como Sudáfrica (y gran parte de África del Sur) estaban gobernados por una forma de colonialismo feroz, colonialismo de colonos, basado en la idea de que ciertas razas son superiores a otras.

Pero lo que es más importante, la colonialidad ha permanecido. Este es un régimen en que algunas personas son consideradas desechables y, sin embargo, indispensables. Ese es el modo en que funcionaba el régimen racial. Necesitamos su fuerza, su trabajo, pero también podemos deshacernos de ustedes del modo que queramos

De modo que si bien la descolonización ha ocurrido, ello no significa que el colonialismo haya terminado. Algunas partes del mundo siguen estando bajo ocupación colonial, lugares como Cachemira, Palestina y otros. Pero lo que es más importante, la colonialidad ha permanecido. Este es un régimen en que algunas personas son consideradas desechables y, sin embargo, indispensables. Ese es el modo en que funcionaba el régimen racial. Necesitamos su fuerza, su trabajo, pero también podemos deshacernos de ustedes del modo que queramos. Es esta dialéctica de la desechabilidad y la indispensabilidad que se está acelerando hoy en día y está dando lugar a una política de abandono, una política de descuido.

Entonces, ¿cómo escapamos de la colonialidad en el Sur y el Norte global?

Olufemi: Debemos elaborar una verdadera política estructural. La solución no es tan simple como poner en el poder a alguien que se parezca a ti. El problema con la política de la identidad es que se centra en quién es malo y quién es bueno, quién es el opresor y quién el oprimido, quién es la víctima y quién es el victimario. Pero cualquier historia coherente del colonialismo muestra la contribución y la complicidad de los comerciantes, los esclavistas y los burócratas africanos. Debemos entender los motivos estructurales de la dominación y el racismo, y forjar una forma de política menos depredadora.

Por lo que si observamos, por ejemplo, la inseguridad de la vivienda o el encarcelamiento en Estados Unidos o a nivel internacional, vemos que existen fuertes divisiones raciales. Sin embargo, los motivos son complicados y las soluciones también lo serán. Debemos estructurar nuestro mundo político para defender nuestra seguridad mutua, en lugar de defender las ganancias o las pretensiones de control de algunas personas, o el deseo de perpetuar una política colonial, como explicó Achille.

USA, Missouri, Ferguson, 2014, The weekend before the Grand Jury verdict residents of the Canfield neighborhood and protestors marched to the memorial where Michael Brown was murdered. A few days later, the Grand Jury decided not to indict Officer Darren Wilson on any charges. Protestors exploded and continue until this day. Credit: ©Jon Lowenstein / NOOR | IG handles: @jonlowenstein | Twitter handles: @jonlowenstein

¿De qué modo los movimientos sociales deberían relacionarse con el Estado en esta lucha? El Estado es considerado un baluarte importante para proteger a sus ciudadanos del capital frente al poder corporativo y las fuerzas del mercado. Sin embargo, hemos dicho que los movimientos sociales también sufren la violencia del Estado.

Olufemi: Es cierto que existe una tensión, pero vale la pena señalar que los movimientos por la justicia no deberían oponerse al poder coercitivo en sí. Los revolucionarios cubanos, el Frente de Liberación de Mozambique, los combatientes de Cabo Verde, Angola y Zimbabwe todos utilizaron el poder coercitivo para deshacerse del colonialismo. A veces la conversación sobre el poder coercitivo en la forma del Estado o de cualquier otra estructura se moraliza en exceso. El poder en general es una herramienta, y cómo la evaluamos moralmente depende de cómo se la utiliza y con qué fin.

No obstante, creo que deberíamos centrarnos en hallar formas de explotar el Estado y, más concretamente, de aprovechar las diferencias entre los intereses del Estado y el capital. El Estado y el capital han sido demasiado “amigos” en las últimas décadas, y la incapacidad de los movimientos sociales de enfrentar a uno con el otro ha provocado el consenso neoliberal. Eso ha llevado a la política del abandono y a la disminución de las responsabilidades del Estado sin ninguna ganancia compensatoria para la mayoría de las personas del planeta.

Por eso creo que las demandas por el control público del Estado y por asignar al Estado la responsabilidad de las funciones que han adoptado instituciones corporativas coloniales es una buena opción táctica.

¿Cuáles consideran que son algunas de las dinámicas cambiantes con respecto al poder coercitivo del Estado de cara al futuro?

Achille: En un libro que publiqué hace unos años, me referí a algo denominado el “devenir negro del mundo”. En el lado occidente del Atlántico, bajo el régimen de esclavitud en las plantaciones, las personas consideradas negras eran gobernadas por el “Code Noir”, el código negro. Este era un mecanismo jurídico que permitía a quienes gobernaban tratar a las denominadas personas negras de un modo que nadie más era tratado. “Code Noir”, el código negro. Este era un mecanismo jurídico que permitía a quienes gobernaban tratar a las denominadas personas negras de un modo que nadie más era tratado.

Hoy en día podemos ver que el neoliberalismo está en crisis y, por consiguiente, debe depender cada vez más en un Estado no liberal para apuntalar sus objetivos. Esto significa que cada vez más personas serán gobernadas por el código negro. Más personas serán gobernadas como si fueran personas negras, con todo lo que ello implica: violencia arbitraria, denegación de derechos, exposición a todo tipo de riesgos, muerte prematura.

Esta universalización del código negro ocurrirá mientras el mundo está en llamas, el planeta está en llamas porque alcanzó su límite. De modo que debido a la crisis ecológica, el mundo se está volviendo cada vez más inhóspito. Si reflexionamos en la habitabilidad del planeta, tenemos que pensar seriamente en cómo crear convergencias entre la lucha contra el racismo y las luchas ecológicas para regenerar el planeta. Ambos son inseparables.

La tercera dinámica será el cambio tecnológico, que se ha convertido en nuestro biotopo, el medio o entorno que cada vez más define quiénes somos y nuestro futuro. Ello implicará nuevas luchas para reapropiarnos de la tecnología para la emancipación humana, así como la emancipación en general. Necesitamos una emancipación que incluya a los seres humanos y no humanos, porque el destino de los humanos está, ahora más que nunca, vinculado con el destino de otras especies. La época en que vivimos requiere un proyecto de múltiples especies.

Olufemi: No podría estar más de acuerdo con lo que dijo Achille. Si pudiera, lo gritaría para que me escuchen en todo el mundo.

Creo que el análisis del código negro y el modo en que ha llevado a un mundo racialmente estratificado son clave. Algo que las personas quizá reconozcan, pero que no parece formar parte de su panorama más sistémico, es que ser una persona negra hoy en día no significa necesariamente haber sido esclavizado en el sentido de la esclavitud tradicional. También hubo poblaciones de personas liberadas, personas mestizas que experimentaron diferentes restricciones y tenían derechos políticos. Sin embargo, ser una persona negra significaba que podía sucederte a ti y que era muy probable que te sucediera si te encontrabas en el lugar equivocado del mundo, en el siglo equivocado.

La intención no es minimizar la historia de la dominación racial, sino aclarar la naturaleza del sistema. De modo similar, si observamos el otro extremo de la jerarquía racial, ser blanco no significaba tener el poder, significaba que había un mínimo, un nivel de explotación laboral por debajo del cual no podías caer, que no serías tratado como propiedad de otro.

Creo que reconfigurar estos términos categóricos en términos probabilísticos ayuda a entender la definición de racismo de Ruth Wilson Gilmore como diferencias de grupos y vulnerabilidad a la muerte prematura, así como también el argumento de Achille sobre el modo en que el mundo en una era de crisis climática y ecológica se está volviendo más “negro”. la definición de racismo de Ruth Wilson as group differences and vulnerability to premature death as well as Achille’s point about how the world in an era of ecological and climate crisis is becoming blacker.

Tenemos que darnos cuenta de que nuestro destino está vinculado al destino de toda la especie humana, y no la especie falsa basada en la raza, y que también está vinculado a nuestra dependencia de la ecología, los animales, las plantas, el aire y el agua. Hasta que no nos demos cuenta de que nuestros destinos están interconectados, estaremos en problemas.

Muchos de los derechos y privilegios de algunas personas que son tratadas como parte de ser blanco, de hecho, dependen de la estructura social específica en la que viven, de su riqueza y el poder de distribuirla en formas discriminatorias. Entonces, debido a que Estados Unidos tiene la riqueza, pudo crear una clase media con privilegios económicos por encima de la clase inferior racializada. Los derechos y la libertad dependen de la nación de una población, de su posición geopolítica, que depende de su producción económica. Esto, a su vez, depende del cielo, la lluvia, el aire y el agua, las plantas y los animales, aspectos que ya no tendremos el lujo de dar por sentados en este siglo.

Por lo tanto, los derechos y las protecciones que las personas consideran parte de su posición en la jerarquía social de hecho dependen de las formas específicas en que el mundo ha evolucionado y está cambiando.

La mayoría de quienes tenemos la capacidad y los recursos hemos tenido el privilegio durante mucho tiempo de salir a la calle sin mascarilla y, sin embargo, ahora no podemos hacer las cosas que pensamos que formaban parte de nuestra posición social. Se nos deniega ese privilegio por motivos relacionados con acontecimientos del mundo natural y las respuestas de nuestro sistema social. Esa será cada vez más la historia de la política en este siglo.

Tenemos que darnos cuenta de que nuestro destino está vinculado al destino de toda la especie humana, y no la especie falsa basada en la raza, y que también está vinculado a nuestra dependencia de la ecología, los animales, las plantas, el aire y el agua. Hasta que no nos demos cuenta de que nuestros destinos están interconectados, estaremos en problemas.

Se han adoptado medidas tranquilizadoras en ese sentido. Por dar dos ejemplos: en Estados Unidos, donde vivo, hay tendencias alentadoras en los movimientos de los trabajadores. Hay un resurgimiento de la“negociación colectiva por el bien común”, una práctica de los trabajadores organizados para realizar demandas contractuales en asociación con o en busca de beneficios para una comunidad más amplia. Además, el año pasado en Minneapolis, miles de miembros del Sindicato Internacional de Empleados de Servicios (SEIU) –muchos de ellos inmigrantes de países como Somalia, Nepal, México y Ecuador– llevaron a cabo lo que se ha denominado la“primera marcha por el clima”en la historia de Estados Unidos para exigir negociaciones explícitamente con respecto a salarios, discriminación por motivos de género y cambios en las condiciones laborales para disminuir las emisiones de carbono de su trabajo. y changes to working conditions to lower the carbon emissions of their work.

En Sudáfrica, hay iniciativas para construir ecologías sociales y políticas más amplias centradas en las personas: desde comedores comunitarios y ollas populares en la Universidad del Estado Libre, hasta la lucha más amplia por la soberanía alimentaria en todo el país. Estas iniciativas, son importantes , junto con los intentos a nivel nacional la Carta de Justicia Climática (CJC) para combatir el control empresarial del agua. Se trata de un conjunto de luchas realmente instructivas de las que vale la pena extraer lecciones. Y si aprendemos de ellas, podremos elaborar nuestras propias versiones locales.


Este artículo es una versión editada de la transcripción de la entrevista a Olúfémi Táíwò y Achille Mbembe realizada por Nick Buxton y Shaun Matsheza del TNI. Achille Mbembe es filósofo, politólogo, intelectual y catedrático del Instituto Wits para la Investigación Social y Económica en Johannesburgo, Sudáfrica. Sus obras principales incluyen On the Postcolony (2001), La crítica de la razón negra (2016), Necropolítica (2019), Out of the Dark Night: Essays on Decolonization (2020) y Brutalisme (2020). Olúfémi Táíwò es profesor adjunto de Filosofía de la Universidad de Georgetown. Escribe periódicamente sobre justicia climática, racismo y colonialismo. (2001), (2016) (2019) (2020).

Foto 1: Nombre del archivo: LOJ074SE0003-TaiwoMbembe-1 Crédito: Jon Lowenstein/Noor / IG: @jonlowenstein / Twitter: @jonlowenstein Pie de foto: USA, Missouri, Ferguson, 2014, El fin de semana anterior al veredicto del Gran Jurado, los residentes del vecindario de Canfield y los manifestantes marcharon hacia el monumento donde Michael Brown fue asesinado. Allí mantuvieron un momento de silencio y rezaron para que se hiciera justicia para Mike Brown. El lunes por la noche se hizo evidente que no habría justicia ya que el Gran Jurado decidió no acusar al oficial Darren Wilson de ningún cargo. Los manifestantes explotaron después del veredicto y quemaron 21 edificios y causaron mucho más daño a la ciudad.

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