ESTADO DEL PODER 2018

¡Sin traducción, no hay revolución!

La importancia de la interpretación, la traducción y la justicia lingüística en la construcción de contrapoder mundial

Eline Müller y Alice Froidevaux

Construir una resistencia internacional implica converger desde diferentes luchas: para lograr que una voz colectiva se haga oír en el escenario político mundial es necesario atravesar fronteras y culturas y, por consiguiente, coordinar y comunicar en diferentes idiomas.

En julio de 2017 más de 450 campesinos de casi 70 países de todo el mundo se reunieron en Derio, en el País Vasco, en el marco de la 7a Conferencia del Movimiento Campesino Internacional La Vía Campesina (LVC). La conferencia se pudo realizar gracias a la colaboración de alrededor de 50 traductores e intérpretes voluntarios de aproximadamente 17 idiomas, según cada sesión: árabe, bahasa, vasco, bimbi, chino, inglés, francés, japonés, coreano, polaco, portugués, ruso, español, tamil, tailandés, turco y vietnamita.

La traducción y la interpretación son actividades imprescindibles para los movimientos comunitarios/de base trasnacionales. Su importancia va mucho más allá de una cuestión técnica; como subrayó un activista campesino coreano: “La interpretación es un asunto político. Está directamente relacionada con el problema de cómo comunicamos y compartimos nuestras opiniones en el ámbito mundial”. En otras palabras, si hablamos de idioma (y, por lo tanto, de traducción y de interpretación), hablamos de acceso, de participación, de poder.

Si hablamos de idioma ‒y, por lo tanto, de traducción y de interpretación‒, hablamos de acceso, de participación, de poder.

El artículo describe los desafíos lingüísticos con los que se encuentran los movimientos comunitarios trasnacionales y sus estrategias para enfrentarlos. ¿Qué iniciativas harían que los movimientos sociales fueran lingüísticamente más diversos e inclusivos? ¿Cuáles son los principales obstáculos para lograr un acceso lingüístico más equitativo dentro del activismo trasnacional? El artículo se basa en fuentes online sobre los movimientos y las organizaciones implicadas, en una serie de conversaciones en persona, vía Skype y correo electrónico con miembros de LVC, personal regional y técnicos e intérpretes voluntarios de diferentes partes del mundo y en una breve encuesta online con intérpretes voluntarios.

El auge de los movimientos comunitarios transnacionales

A partir de la década de 1990 ha surgido una serie de nuevos movimientos sociales trasnacionales, redes y organizaciones que intentan promover un orden mundial más justo y equitativo. Podemos identificar tres catalizadores principales de este hecho. En primer lugar, la influencia de organizaciones intergubernamentales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco mundial, y el poder de las corporaciones trasnacionales sobre políticas nacionales específicas que se profundizó de la mano de la globalización financiera. Por eso, para erigir un contrapoder mundial, los movimientos sociales también se vieron en la necesidad de generar coaliciones a nivel mundial.

En segundo lugar, otras organizaciones intergubernamentales y sus áreas de incumbencia política, como Naciones Unidas (ONU) con sus distintos foros y mecanismos, brindaron nuevas oportunidades y espacios para los ciudadanos y para la participación comunitaria a nivel internacional. Y tercero, las mismas tecnologías que avanzan vertiginosamente y que potenciaron la expansión de una economía global facilitaron, asimismo, la movilización y las actividades transfronterizas. El costo relativamente accesible de los viajes, el acceso ampliado a internet y a la telefonía, los medios de comunicación globalizados y las plataformas de redes sociales permiten que personas de las más diversas geografías compartan información y cultiven sus relaciones sorteando grandes distancias.

En este contexto, el empoderamiento de movimientos comunitarios trasnacionales, de aquellos más directamente afectados por las políticas globales y los vaivenes económicos, reviste un interés especial. Estos movimientos están cuestionando las jerarquías de la denominada ’sociedad civil mundial’, lo que ha implicado cuestionar la dominación de ONG estadounidenses y europeas dentro de las redes de apoyo trasnacionales y la legitimidad de estos actores ajenos a las bases comunitarias de presentarse como sus representantes y líderes. Con el clarísimo mensaje de “Aquí estamos y podemos hablar por nosotros mismos” están reclamando una voz propia y un lugar en la política mundial.

LVC es un ejemplo paradigmático de este tipo de movimiento comunitario trasnacional. Su mayor motivación fue la certeza de que los movimientos campesinos han estado ausentes de los debates internacionales sobre políticas agrarias durante demasiado tiempo. Son los campesinos y nadie más que ellos os que deben estar en el centro de las políticas rurales y alimenticias en desarrollo que afectan directamente a las comunidades rurales. Por lo tanto, la la razón de ser de LVC es ser la “verdadera voz” del campesinado en los debates mundiales sobre políticas agrarias y alimenticias.

La Vía Campesina

La Vía Campesina (LVC) reúne a millones de campesinos, pequeños y medianos agricultores, gente sin tierra, jóvenes y mujeres de zonas rurales, pueblos indígenas, migrantes y trabajadores agrícolas de todo el mundo.

Construida sobre una sólida base de unidad y solidaridad, defiende la agricultura campesina por la soberanía alimentaria como una forma de promover la justicia social y la dignidad, y se opone firmemente a la agroindustria que destruye las relaciones sociales y la naturaleza. Las mujeres desempeñan un papel crucial en LVC, por ejemplo, como guardianas principales de semillas tradicionales. LVC defiende además los derechos de las mujeres y la igualdad de género. Los agricultores jóvenes también constituyen una fuerza inspiradora.

Hoy en día, LVC cuenta con 182 organizaciones locales y nacionales en 81 países de África, Asia, Europa y las Américas, representando a más de 200 millones de agricultores.

Reivindicarse como la ‘verdadera voz’ de un grupo social implica una gran responsabilidad en cuanto a representatividad. Por eso, LVC hace un gran esfuerzo por mantener sus estructuras horizontales y descentralizadas y fortalece la participación directa en la toma de decisiones. Sin embargo, para un movimiento comunitario trasnacional con una amplia base de miembros cultural y lingüísticamente heterogénea, los procesos de deliberación y consenso son sumamente complejos y desafiantes e implican superar las barreras de comunicación.

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Cantos y reivindicaciones en varios idiomas - La Vía Campesina marcha en Bilbao

El idioma como poder en el activismo trasnacional

A pesar de las oportunidades generadas por las nuevas tecnologías de comunicación y de los precios accesibles del transporte, los problemas de coordinación y de comunicación a los que se enfrentan los movimientos trasnacionales siguen siendo enormes. Es particularmente el caso de los movimientos comunitarios, que tienen recursos financieros muy limitados y cuyos líderes en general no son profesionales. Un desafío clave para los movimientos comunitarios es el idioma y las barreras de participación y el desequilibrio de poder que estas originan.

La política internacional está dominada por un puñado de idiomas coloniales, principalmente inglés, francés y español. Por eso, los delegados de los movimientos trasnacionales necesitan contar con ciertas competencias lingüísticas para poder participar plenamente de los ámbitos de política internacional. Aquellos que no hablan alguno de los idiomas dominantes se enfrentan a enormes barreras de participación. Aunque, por ejemplo, la ONU proporciona servicios de interpretación al y del árabe, chino, inglés, francés, ruso y español en las sesiones plenarias, las reuniones y las negociaciones más pequeñas suelen realizarse únicamente en inglés. Los movimientos comunitarios no pueden permitirse traer a sus propios intérpretes, lo que significa que las voces del Sur global siguen estando parcialmente excluidas de los debates políticos internacionales.

Para respetar su propio compromiso con los principios democráticos (deliberación y consenso) los movimientos trasnacionales deben oír las diferentes voces de sus miembros.

Una cuestión relacionada a la anterior es qué pueden hacer los movimientos comunitarios trasnacionales para superar esta dinámica entre poder e idioma a nivel interno. Para respetar su propio compromiso con los principios democráticos (deliberación y consenso) los movimientos trasnacionales deben oír las diferentes voces de sus miembros. “Por eso, uno de los objetivos de los fundadores de LVC fue el de dar voz a quienes no la tienen. Algo que puede lograrse únicamente si la gente puede expresarse. En un movimiento desde abajo y horizontal como LVC, es sumamente importante que todas y cada una de las personas pueda expresarse”, como señaló un miembro del Comité de Coordinación Internacional de LVC.

Por razones prácticas y financieras, LVC ha hecho del inglés, francés y español sus ‘idiomas de trabajo’ y para las reuniones ofrece interpretación de y a estos idiomas además de al idioma local (si la reunión se celebra en Turquía, se añadirá turco, o portugués si se realiza en Mozambique). Para otros idiomas que se consideran ʽregionales’, cada región debe organizar la interpretación en caso de que sus delegados no hablen alguno de los tres ‘idiomas de trabajo’. Es por ello que los eventos suelen estar dominados, aunque involuntariamente, por hablantes nativos de uno de estos idiomas. Según un líder campesino coreano, esto se debe a “la historia colonial, [que hace que] las personas de algunos lugares tiendan a tener mayor facilidad para dirigir el discurso que otras”.

En la misma línea, un intérprete con experiencia observó: “Algunos líderes campesinos son increíbles oradores en su lengua materna […], pero cuando vienen a las reuniones internacionales de LVC y tienen que intervenir en inglés... se ven muy limitados para expresarse, y eso genera un impacto muy grande en el mensaje que quieren transmitir […] e incluso en la seriedad con la que se recibe ese mensaje”.

La 7a Conferencia Internacional de LVC constituyó un hito en cuanto a dar más espacio a idiomas ‘no dominantes’ o ‘no coloniales’. Según uno de los coordinadores del equipo de traducción: “Cuando las delegaciones se dieron cuenta de que había interpretación para tantos idiomas, comenzaron a cambiar sus oradores y eso resultó en que se hicieran oír voces nuevas y diferentes”. Con esto se demuestra que el aumento del número de idiomas interpretados puede cambiar el equilibrio político –un mensaje reforzado por un miembro del equipo europeo de LVC que expresó que “ahora todo el mundo puede sentir la diferencia que se crea dentro del movimiento”.

Un movimiento dentro del movimiento: intérpretes solidarios y tecnologías de interpretación alternativas

Más allá de la voluntad política, hay dos elementos que han sido indispensables en la promoción de la justicia lingüística en el activismo trasnacional en general y en LVC en particular: el compromiso de intérpretes voluntarios y el apoyo de colectivos técnicos que diseñan y proporcionan tecnologías de interpretación a costos accesibles para los movimientos populares.

Los movimientos populares trasnacionales dependen de la interpretación. Los intérpretes son facilitadores esenciales para la construcción y el mantenimiento de esos movimientos. Sin la interpretación, la construcción de un contrapoder mundial se estancaría como lo hizo la Torre de Babel. Dados los costos de los servicios profesionales de interpretación, la dedicación de intérpretes voluntarios y de una red de intérpretes activistas que comparten sus creencias y convicciones se ha vuelto de una importancia crucial para los movimientos populares trasnacionales.

Un intérprete experimentado nos contó sobre su motivación como voluntario en LVC: “La representatividad es el elemento clave del movimiento. Uno no cobra por su trabajo pero sabe que con su salario de cuatro días traerán a dos campesinos de Mali al encuentro, donde se empoderarán, y cuando vuelvan a su hogar tendrán un impacto positivo sobre sus organizaciones y comunidades. O que podrán constituir un grupo de presión más fuerte frente a sus gobiernos”.

Los Babels y la historia de la interpretación solidaria

El mayor impulso para formar una red trasnacional de intérpretes solidarios fue la emergencia del Foro Social Mundial (FSM). Este espacio global en el que las organizaciones de la sociedad civil (OSC) se enfrentan a la globalización neoliberal se desarrolló como continuación de las protestas contra la cumbre de la OMC de 1999 en Seattle. Muy pronto se volvió evidente que el proceso de construcción de un mundo diferente no podría hacerse solo en inglés.

Según sus principios de inclusividad y diversidad, el Foro Social básicamente no podría existir sin traducción ni interpretación. Por eso, de la misma forma en que se organizaron los activistas contrahegemónicos de todo el mundo, también lo hicieron los traductores e intérpretes, a menudo profesionales, con preocupaciones similares. La red se consolidó con el nombre de Babels, y se suponía que tendría una estructuración desde abajo e inclusiva como las organizaciones con las que estaban trabajando. Una idea clave detrás de Babels fue la de reflexionar sobre la condición política del idioma.

Las acciones más visibles de Babels, sin embargo, son parte del pasado; sus actividades coordinadas se detuvieron cuando los Foros Sociales se institucionalizaron y fracasaron en su principio original de inclusión. No obstante, el grupo de Facebook de exBabelistastodavía tiene más de 3000 miembros, con muchos intérpretes que se organizan según sus propios ámbitos de interés.

El que los movimientos sociales trasnacionales tengan ahora un grupo de intérpretes activistas voluntarios supone el riesgo de que los servicios de interpretación se den por hechos, incluso subestimando, en cierto modo, las dificultades propias del trabajo de los lingüistas. La interpretación es una tarea muy compleja y requiere de un alto grado de concentración y energía. Los intérpretes tienen que recibir, comprender, gestionar y reproducir la información a gran velocidad; también tienen que memorizar y utilizar un vocabulario amplio y preciso. A diferencia de un traductor, el intérprete no tiene tiempo para consultar documentos escritos, por lo que la preparación previa a cada trabajo resulta esencial.

Para desempeñarse de la mejor manera posible, los intérpretes necesitan de un entorno de trabajo adecuado, que no está necesariamente garantizado en los grandes encuentros internacionales de los movimientos populares. En una encuesta, los intérpretes voluntarios mencionaron una serie de problemas con los que suelen encontrarse en las reuniones activistas internacionales: falta de descansos, organización deficiente del alojamiento, acceso limitado a alimento y bebida y falta de preparación (por no recibir suficiente material escrito con antelación).

Otra dimensión a tener en cuenta para el buen desempeño de la interpretación es la disciplina tanto del público como de los ponentes. Los intérpretes necesitan ver el rostro de los oradores y la pantalla si hay presentaciones en PowerPoint o similares. Los organizadores deben reiterar las indicaciones de hablar claro y pausado, de utilizar el micrófono y de no interrumpir. La contaminación acústica creada por una sala repleta o una audiencia desordenada puede ser estresante para los intérpretes, que necesitan poder concentrarse.

Diagrama de la interpretación susurrada

Las personas que respondieron nuestra entrevista y nuestra encuesta resaltaron que las condiciones laborales y la organización deficientes responden a que “no hay intérpretes involucrados [en la organización del evento]”. Sin embargo, también reconocieron que los organizadores “están siempre agradecidos de tenernos, que todos hacen lo que está dentro de sus posibilidades”, y todo suele funcionar bien “siempre y cuando los participantes tengan una mínima consciencia del importantísimo rol que juegan los intérpretes para que el programa se cumpla”.

Si prestar atención a los comentarios de los intérpretes es en sí mismo un gran paso, involucrarlos en la organización del evento sería uno gigante. Un intérprete de Francia escribió: “He estado involucrado en proyectos en los que los organizadores realmente nos escucharon, tuvieron en cuenta nuestros consejos, fueron muy comprensivos con nuestras necesidades y todo salió bien. Pero no siempre sucede eso. Así que supongo que mi consejo sería que los organizadores tengan realmente en cuenta a las intérpretes y que se aseguren de coordinar con ellas por adelantado, de involucrarlas en el proceso, etc.”

Los y las intérpretes profesionales y otras personas con conocimientos lingüísticos dispuestas a trabajar de forma voluntaria son solo una cara de la moneda en el proceso de crear comunicaciones más igualitarias en los encuentros internacionales. La otra, que en general se pasa por alto, es la tecnología. La interpretación simultánea en varios idiomas es imposible sin este recurso.

Desde la década de 1950 se vienen desarrollando tecnologías para facilitar la interpretación simultánea a medida que evolucionan organizaciones internacionales como Naciones Unidas y la Unión Europea (UE). Actualmente, la tecnología es muy avanzada, pero extremadamente costosa y, por lo tanto, queda fuera del alcance de la mayoría de los espacios activistas y de los movimientos comunitarios.

La alternativa viene de la mano de la autogestión, es decir, invertir en equipos y personas para incrementar la autonomía y la sustentabilidad de los movimientos. Los primeros experimentos en tecnologías alternativas para la interpretación, basados en ordenadores y en soluciones analógicas de baja complejidad a través de cables y de ondas de radio FM, se desarrollaron durante el primer Foro Social Mundial y Europeo. Un resultado directo de este proceso fue la creación del Collective for Autonomy in Interpreting Technology (COATI).

El nacimiento del Colectivo para la Autogestión de Tecnologías para la Interpretación

COATI se formó en 2009 con la idea de reunir a personas que habían participado en movimientos anticapitalistas y antiglobalizaciónHabíamos apoyado a los campesinos de LVC en la creación del movimiento para la soberanía alimentaria, habíamos sido intérpretes voluntarios (a veces en condiciones muy precarias) y habíamos visto el valor de la buena tecnología alternativa; habíamos aprendido a organizarnos horizontalmente y por consenso con la cultura de autogestión de los centros anarquistas y anticapitalistas de toda Europa; habíamos desarrollado una comprensión de la tecnología en los hacklabs okupados y en las comunidades de software libre; habíamos aprendido que había sistemas de sonido [alternativos] para festivales y emisoras de radio comunitarias; y fueron esas experiencias y valores las que inspiraron el proyecto”.

Los miembros fundadores de COATI se comprometieron a aumentar la diversidad lingüística en los movimientos comunitarios internacionales y su plan fue adquirir y gestionar el equipo para que no hubiera que resolver el problema de la tecnología desde cero en cada evento. La visión de COATI para los movimientos sociales consiste en alcanzar una soberanía tecnológica real, que no dependa de ‘expertos’. Por ello, COATI promueve los diseños simples, de bajo costo, fáciles de usar y de código abierto, y ha realizado una serie de talleres virtuales para capacitar en la creación de herramientas propias.

Una de las cofundadoras de COATI fue intérprete solidaria en Nyéléni 2007, el primer Foro Internacional para la Soberanía Alimentaria en Mali, y recordó que allí la interpretación sí funcionaba, pero no así la tecnología. Con la intención de cambiar la situación para los eventos futuros, esbozaron su inspiración positiva de Nyéléni. Cuando los organizadores, de la organización miembro de LVC de Mali, Coordination Nationale des Organisations Paysannes realizaron un presupuesto para el alojamiento, la comida, las salas de conferencia, la interpretación, etc. para 500 o 600 participantes, se dieron cuenta de que con ese dinero podían construir un pueblo completo, y eso fue lo que hicieron. “Fue un muy buen ejemplo de lo que intentamos hacer con el colectivo... porque cada vez que se organiza un gran encuentro se gasta mucho dinero... e intentamos invertirlo en los propios movimientos sociales para crear recursos que luego permanezcan disponibles para ellos”, concluyó la cofundadora de COATI. in the social movements to create resources that then remain available to these social movements’, the COATI co-founder concluded.

El resultado fue un doble compromiso: COATI hace un esfuerzo constante por mejorar la calidad de sus equipos y por diseñar soluciones tecnológicas flexibles para cumplir con los requisitos de dinámicas de encuentros cada vez más inclusivos y participativos, como las discusiones grupales, que suelen demandar un abordaje creativo. Uno de sus logros fundamentales es la tecnología de bajo costo y baja complejidad para grupos pequeños llamada “Spider”.

El equipo de interpretación de Coati, la Spider.

Al mismo tiempo, COATI también participa de la actividad política generando conciencia sobre la importancia de la tecnología como parte integral de la lucha política. COATI ha enfatizado repetidas veces que para que la tecnología de interpretación alternativa funcione, es necesario que exista una cultura política y de organización respetuosa y consciente. El idioma es político. Los intérpretes son (y debieran ser siempre) conscientes de su poder, como se observa en esta reflexión de un voluntario: “Somos personas importantes en el movimiento porque encarnamos uno de los valores principales del trabajo de La Vía Campesina, que es conectar a las distintas comunidades y a personas de distintos continentes”. Al mismo tiempo, “[los intérpretes] sabemos que estamos en una posición de mucho poder porque la gente que no puede hablar un determinado idioma lo hace a través de nosotros”, como explicó un capacitador de COATI.

En el trabajo político, aquellos que trabajan por la soberanía tecnológica suelen asociarse con intérpretes activistas, y también intentan que los movimientos sociales se den cuenta de que la buena interpretación por sí misma no erradica las dinámicas de poder del idioma y que es responsabilidad de todos crear espacios para más lenguas minoritarias. “Alentamos a las personas a que piensen activamente sobre el idioma que usan, por ejemplo, pidiéndoles que, aunque hablen un idioma mayoritario, intenten no hacerlo en un encuentro”, explicó uno de los miembros fundadores de COATI.

El objetivo es que los participantes que no hablan inglés, francés o español se sientan menos marginados e incultos y se animen más a menudo a intervenir. De la misma manera, aquellos que rara vez necesitan de un intérprete deben experimentar dicha necesidad, como confirmó un intérprete en la encuesta: “recordar a los oradores la importancia de hablar en su idioma nativo, si es que se ofrece en la conferencia [...], asegurarse de que no usen el inglés únicamente porque creen que pueden prescindir de los intérpretes. ¡Es muy frustrante interpretar desde un inglés forzado a la lengua materna del orador!”

Hacia la justicia lingüística en el activismo trasnacional: el caso de LVC

LVC, además de ser uno de los movimientos sociales comunitarios más grandes del mundo, se considera uno de los más inclusivos y participativos debido a que hace grandes esfuerzos por alcanzar la justicia lingüística a través de la interpretación y la traducción. LVC comprende que la interpretación puede ser un trabajo muy complejo y exigente, incluso si se lo suele entender como una tarea menor y, en general, relativamente invisible.

Un miembro del equipo de LVC hizo hincapié en ello: “Antes o durante las reuniones, recordamos los aspectos básicos de la interpretación activista e intentamos compartir las pautas principales”. Por lo que cada vez son más los líderes campesinos que reconocen la importancia del idioma y, del mismo modo, aprecian cada vez más el compromiso de los intérpretes voluntarios.

En respuesta a los diferentes panoramas lingüísticos

En pos de la eficacia, LVC ha descentralizado su estructura en 10 regiones relativamente autónomas. Dado que cada región tiene su propio panorama lingüístico, cada una ha desarrollado sus propias tácticas para mejorar la comunicación y abordar el problema de la justicia lingüística. Las regiones tienen ‘puntos de partida’ desiguales debido a sus contextos históricos, sociales y económicos y a su experiencia y participación dentro del movimiento campesino. Esto quedará ilustrado con ejemplos de Europa y el Sur de Asia.

Podría suponerse que no hay conflictos lingüísticos reales en Europa porque la mayoría de las personas, incluso los campesinos, tienen nociones básicas de alguno de los tres idiomas oficiales de LVC. Pero esto no es cierto para la totalidad del continente.

El hecho de que los países de Europa oriental siguen teniendo una representatividad menor en LVC puede explicarse en parte por las barreras lingüísticas, a pesar de los grandes esfuerzos por incluir a los miembros europeos que pueden no hablar ninguno de los idiomas oficiales. Como explicó un líder de una organización turca miembro de LVC: “En los encuentros de ECVC siempre hablamos turco, nuestro idioma nativo. De lo contrario no estaríamos en condiciones de participar, porque ninguno de nuestros líderes habla otro idioma que no sea su lengua materna”.

Europa occidental juega un papel central en el plano internacional de LVC tanto a causa de su rol histórico en el movimiento como por la concentración de poder en la zona, manifiesta en su riqueza relativa y en la presencia de muchas organizaciones intergubernamentales y organizaciones no gubernamentales. Esta concentración ha creado un terreno fértil para una verdadera “cultura de la interpretación”, y por lo tanto existen muchos cursos públicos y privados de interpretación y traducción.

Además, décadas de distribución desigual de la riqueza y de agendas imperialistas han obligado (y lo siguen haciendo) a muchas personas provenientes del Sur global a probar suerte en el viejo mundo. Estos dos aspectos están constantemente alimentando una amplia, diversa y valiosa reserva de intérpretes activistas potenciales. Por lo tanto, desde la perspectiva global de LVC, la región europea tiene la responsabilidad de cultivar la solidaridad y la justicia lingüística para con otras regiones. Esto funciona como una carga adicional sobre los hombros de los líderes de ECVC pero también como una oportunidad.

Cabinas de interpretación en el Foro Nyéléni, Rumanía. Fotografía: Alice Froidevaux

En comparación, en el Sur de Asia, como en gran parte del Sur global, sigue habiendo escasa capacidad para la interpretación profesional, ya que tampoco existe una verdadera tradición en este campo. En India, por ejemplo, hay muy pocas escuelas de formación. Por eso, la mayoría de los intérpretes del movimiento son activistas multilingües, que pueden, de hecho, hablar hasta siete idiomas, pero rara vez reciben formación como intérpretes.

Además, la falta de acceso a servicios de interpretación locales a nivel internacional significa que LVC del Sur de Asia envía principalmente ponentes que hablan inglés a los eventos internacionales. Esta situación impide una participación más amplia e igualitaria, obstaculizando la participación en los foros internacionales de aquellos (sobre todo indígenas) que no hablan inglés. Además, obliga a las personas multilingües a viajar mucho y a desempeñar demasiados roles políticos diferentes.

En los últimos años, el equipo regional ha puesto en marcha varias iniciativas para cambiar esta situación. Una ex miembro de LVC del Sur de Asia recordó sus primeros pasos enfrentando problemas lingüísticos en la región en ocasión de un taller de agroecología internacional, en el que los miembros del Movimento dos Sem Terra de Brasil vinieron a compartir sus experiencias:

“La presentación se realizó en hindi y la interpretación se hizo de forma consecutiva a kannada, en el escenario. Luego otra persona la transcribió al inglés y se proyectaron las notas en una pantalla. Después, las notas en inglés se leyeron e interpretaron al bahasa, español/portuñol, bangla y cingalés por medio de spiders. Así que, primero tuvimos que hacer un curso intensivo para explicar a todos los voluntarios (la mayoría eran activistas multilingües) cómo lidiar con la instalación, con los spiders, con el proyector, etcétera, además de las funciones convencionales. El presupuesto era muy limitado. ¡Y los preparativos! Fue tan difícil encontrar intérpretes; recuerdo que usaba Couchsurfing solo para encontrar hispanohablantes en la ciudad. Estábamos desesperados”.

Después de esta experiencia, se puso en contacto con sus colegas del Este y el Sudeste asiático, escribió una propuesta para promover idiomas asiáticos en LVC y comenzó a tender redes con miembros de ONG, activistas e intérpretes de la zona. Juntos comenzaron a desarrollar sesiones de capacitación en interpretación para activistas multilingües, método que ya existe en el contexto más amplio de la tradición de LVC de talleres internos, basada en los conceptos de la educación popular y horizontal para capacitar y empoderar a sus miembros.

Desarrollar un programa de formación de interpretación activista en el Sur de Asia es un proceso continuo de ‘aprender haciendo’ y ‘diseñar haciendo’. Tres dinámicas han tenido una importancia fundamental. En primer lugar, la inclusión de líderes campesinos importantes en el proceso, para que los alumnos puedan practicar con contenido ‘real’ y que los líderes comprendan mejor la importancia de la interpretación y, por consiguiente, convertirse en sus defensores a nivel internacional.

En segundo lugar, el compromiso de formadores europeos y no europeos de compartir sus experiencias y de desarrollar planes de estudio inclusivos y culturalmente sensibles, recibiendo constantemente aportes de los participantes, evaluando y realizando ajustes. Y tercero, el trabajo trasversal entre movimientos de LVC y movimientos del Sur de Asia de otros sectores como comunidades de pescadores o el movimiento LGBTQ. “De hecho es esta red de entusiastas de la justicia lingüística de los distintos movimientos es lo que ha hecho posible el progreso en la región”, concluyó un ex miembro de LVC.

Como se informó en el Blogspot de LVC del Sur de Asia,  los beneficios de los talleres de interpretación también se aprecian en la promoción de intercambios culturales, en una mayor consciencia y compromiso con la justicia lingüística y en la reflexión sobre la propia identidad, en un contexto en el que los vínculos entre poder e idioma siguen siendo muy visibles y en el que la mayoría de los campesinos agricultores no pueden hacer oír sus voces a nivel internacional.

Empoderar el movimiento empoderando a los intérpretes

A nuestra pregunta de la encuesta “¿Qué podrían hacer los movimientos o los organizadores para mejorar las condiciones laborales?”, un intérprete respondió: “Esta es una cuestión política: si los movimientos sociales están de acuerdo en que HACER POSIBLE QUE LAS PERSONAS DE COMUNIDADES NO FORMADAS HAGAN OÍR SU VOZ (personas que no hablan idiomas coloniales o que no los hablan bien) ES DE IMPORTANCIA VITAL para el funcionamiento de los movimientos sociales, entonces dichos movimientos DEBEN SER COHERENTES CON SUS OPINIONES Y COMPROMETERSE a invertir dinero en eso” (mayúsculas en la respuesta original).

Los desafíos financieros no deben infravalorarse, pero lo que sí es importante destacar es que, precisamente porque los recursos son muy limitados, las decisiones sobre cómo emplear el dinero son, ante todo, políticas. A menudo en los movimientos sociales, las discusiones sobre el dinero o las cuestiones de organización o problemas estructurales se consideran como asuntos meramente prácticos. Sin embargo, son profundamente políticos, tal como aseveró ‘a gritos’ el intérprete encuestado.

La estructura y el dinero pueden desempeñar un papel positivo si ampliamos el horizonte a la hora de crear un contrapoder geopolítico. Si estamos de acuerdo en que la interpretación es una piedra angular para el fortalecimiento de los movimientos populares trasnacionales y “que gastar 1000 euros para el vuelo de un intérprete es crucial, incluso si ese dinero pudiera utilizarse para traer a cientos de campesinos en autobús a un encuentro”, como explicó otro intérprete, entonces los pasos a seguir son: 1) ver cómo conseguir ese dinero; 2) promover el reconocimiento externo de este factor importante; y 3) empoderar a quienes poseen las capacidades adecuadas para consolidar la justicia lingüística dentro del movimiento.

En el caso de LVC, el presupuesto habitual es muy limitado y el volumen de la financiación fluctúa, como también lo hacen sus objetivos en diferentes niveles y regiones. Esto hace que resulte difícil establecer el porcentaje del presupuesto destinado a traducción e interpretación. Sin embargo, hay algunas tendencias claras: si bien anteriormente, de acuerdo al presupuesto, solo se traía un intérprete coreano, tailandés o indonesio para los encuentros internacionales internos de LVC, ahora están intentando tener siempre un mínimo de dos intérpretes, ya que, según un miembro del equipo de finanzas de la Secretaría Internacional de Operaciones, “ahora somos plenamente conscientes de lo que significa ser intérprete para estas personas, que, de hecho, traducen no solo durante las reuniones sino también durante el resto del tiempo, porque generalmente los participantes a los que acompañan no hablan ningún otro idioma”.

Pero incluso si la dirigencia del movimiento está tomando cada vez más consciencia de cómo utilizar el dinero, el presupuesto para la interpretación sigue siendo limitado y frágil. Las barreras principales más resistentes son el miedo a la profesionalización y el pequeño número de donantes que garantizan los costos de funcionamiento.

Existe, sin embargo, un enorme potencial sin explotar para la financiación, sobre todo en Europa occidental. Los movimientos deben insistir en que las instituciones europeas, la ONU y las ONG más importantes respalden y financien proyectos de empoderamiento multilingüe. También deberían aprovechar mejor la labor de las personas que manejan los idiomas menos hablados. En nuestra encuesta, los tres intérpretes que mencionaron hablar una combinación de idiomas menos común, como ruso-francés, expresaron su deseo de estar más involucrados.

Un experimentado intérprete activista también estaba convencido de que todavía hay mucho potencial para la colaboración entre movimientos sociales e instituciones educativas: “Personalmente creo que LVC debería trabajar más a fondo en cuanto a comunicación, especialmente con las universidades de idiomas europeas. Muchas de ellas también enseñan traducción e interpretación, y los estudiantes tienen que adquirir experiencia, a veces mediante pasantías. Estas son personas relativamente libres de responsabilidades familiares y probablemente tienden a cuestionar ideologías, características que los hacen perfectamente compatibles con las necesidades del movimiento”.

De un susurro desde abajo a un contrapoder polifónico

Traducir e interpretar más idiomas puede ayudar a restablecer el equilibrio de poder dentro de los movimientos comunitarios trasnacionales. Cuantas más voces se escuchen, más representativo será el movimiento.

Como hemos visto, la interpretación simultánea requiere un alto grado de disciplina por parte de los participantes, lo que “puede generar algo de resistencia dentro de grupos que suelen organizarse de manera más informal”, como explica un observador experimentado de COATI. Sin embargo, al mejorar esa disciplina, un grupo también puede reforzar sus prácticas de democracia directa y toma de decisiones consensuadas, ya que “el efecto principal del multilingüismo es hacer que todo vaya más despacio y por consiguiente políticamente más equilibrado”’.

El empoderamiento del movimiento también implica reconocer a los intérpretes no solo como medios, sino también como voces en sí. Voces que merecen ser escuchadas, ya que sin ellas hay pocas posibilidades de que los movimientos sociales trasnacionales logren el volumen necesario para alcanzar horizontalidad global. Al mismo tiempo, el intérprete juega un papel pasivo y facilitador para el entendimiento básico de asuntos lingüísticos a través de la autorreflexión del ponente.

Preguntas como: “¿Cómo hablo?, ¿cómo me escuchan?, ¿cómo me está traduciendo el intérprete?” pueden parecer básicas, pero son fundamentales para la concientización de cada voz con el fin de construir un contrapoder global verdaderamente representativo.

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Solleruzhavan Sellamuthu, President of Thamizhaga by Vivasayigal Sangam chanting slogans in Tamil during protest against WTO in December 2017 in Buenos Aires, Argentina. South American youth farmers join in.

SOBRE LAS AUTORAS

Alice Froidevaux ha defendido recientemente su tesis doctoral titulada “Grassroots Movements as Transnational Actors: The Case of CLOC-La Via Campesina in Central America” [Movimientos comunitarios como Agentes Transnacionales: El caso de CLOC-La Vía Campesina en Centroamérica] en el Centro Latinoamericano-Suizo de la Universidad de St. Gallen. Actualmente coordina el Centro Latinoamericano de la Universidad de Zurich y trabaja a tiempo parcial para la ONG Guatamalanetz Berna.

Eline Müller es activista medioambiental suiza y periodista freelance que dedica la mayor parte de su tiempo a cuestiones de soberanía alimentaria y agroecología. Ha trabajado ocasionalmente y actuado como voluntaria para La Vía Campesina y para la organización suiza miembro de LVC Uniterre. Trabaja también para medios de comunicación independientes y varias ONG.


Traducción: Colectivo Guerrilla Translation


Este artículo forma parte del informe Estado del poder 2018, editado en castellano por Transnational Institute (TNI) y FUHEM Ecosocial


Publicado originalmente en español en Colectivo Guerrilla Translation

Eline Mueller photo

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